¡Qué rabia de fin de semana! Ha estado lloviendo sin contemplaciones. Ni salidas con la “bici”, ni un paseo con la familia… ¡nada! Para colmo, el lunes me voy a pasar todo el día esposado al ordenador y dicen que hará un tiempo estupendo. ¡Más vale que me vaya a dormir!

El Prunus pisardi florece adelantandose a la primavera . Sus flores surgen incluso antes que sus hojas.
A la mañana siguiente, al abrir las persianas que dan al jardín…; tenían razón, “los de la tele” no se han equivocado esta vez, un día radiante. Pero…, -¡Merche, corre ven aquí! El ciruelo ha comenzado a florecer y en los rosales… ¡Mira, se distinguen las primeras hojas rojas!
Mi mujer, mirándome alucinada, me dice -Hijo mío…, tú no has visto que estamos ya a finales de marzo. Hace días que empezó la primavera, ya solo se acuerdan del invierno los esquiadores.
Pero, ¿por qué nos afecta tanto el cambio de estación? La verdad es que después de tanta evolución, no estamos tan lejos de nuestras queridas plantas.
Para ellas el despertar es radical. Un poco de calor y agua es suficiente para sacarlas de su letargo. Algo en su programación interna las avisa de que todo debe comenzar de nuevo y en dos semanas los jardines se llenan de hojas y flores.Para nosotros, también es una estación de cambio. En un mes pasamos de salir del trabajo de noche y con chaqueta a estar en manga corta y con gafas de sol. ¡Cómo no nos va a influir en el carácter!
El incremento de horas de luz nos estimula la pituitaria, motivándola a generar más y más serotonina. El aumento de este bendito neurotransmisor nos induce a un estado de ánimo más positivo y dinámico. Esto hace que tengamos más ganas de salir y relacionarnos con los demás, que a su vez nos da más buen rollo, que hace que practiquemos más sexo. Otra vez, manipulados…, ¡qué grande la naturaleza!

El Bajá o Cuatro colas es una mariposa habitual en la cuenca mediterránea. Podemos verla sobre todo en zonas de madroño tras la entrada de la primavera.
Una maravillosa estación la primavera para cualquier ser vivo. Los animales se dedican al cortejo con los rituales propios de la especie y las plantas… Las plantas, muchas, engatusan a los animales con su despliegue de colores y aromas para que les hagan el trabajo sucio.
Quizás todo tenga un porqué con un propósito claro, pero a nosotros qué nos importa. La luz, el calor, la belleza… nos estimula de forma positiva haciéndonos más felices. Pues rodeémonos de aquello que nos hace sentir bien. Cultivemos el buen rollo durante todo el año. Salgamos al exterior, relacionémonos con la gente, hagamos ejercicio. Las cosas obvias, a veces por serlo, no se ponen en práctica.
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Y como nunca se ha visto a un jardinero andando tanto por las ramas, te propongo lo que conozco. ¿Por qué no practicas la Jardinería? Puede ser una estupenda terapia para tus sentidos; ¿tú qué opinas?
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Sí que se nota sí, más dinamismo con el calorcito. Aunque lo del sexo, estamos tan condicionados que eso es todo el año igual por suerte.