Me pillas algo melancólico, mirando a mi perro que pronto cumplirá diez años. Recuerdo cuando era un cachorro y tenía algún que otro problemilla, entre otras cosas, con su escaso apego por mis plantas. Hoy voy a explicarte cómo evité que siguiera haciendo agujeros en el jardín. Otro día, si quieres, te cuento más anécdotas.

Mi perro hace agujeros en el jardín, ¿cómo lo soluciono?
Ayer me animé más de la cuenta. Al regresar de nuestra sesión de “running” mi perro Ros cojeaba.
Le revisé las patas con detalle: nada de heridas, ni señales de golpes y sus pezuñas estaban sanas. ¿Serán las primeras muestras de su edad?
Me acuerdo de cuando era un cachorro, hace ya nueve años. Mi jardín estaba aún en pañales y juntos trabajábamos en él. Bueno, como habrás imaginado, Ros colaboraba a su manera; se limitaba a hacerme ver lo que le gustaba y lo que no con unas formas un tanto déspotas.Ante un “jefe de obras” tan exigente, tuve que tomar una decisión; si también iba a formar parte de la familia, esperemos que por largo tiempo, más me valiera tenerlo en consideración. Al fin y al cabo, iba a disfrutar de ese jardín más que nadie.
Bueno… también mi gato, que por cierto se llama “Bitxu”. Más que un gato parece una pantera de lo enorme que es.
Se pasa el día dormitando y tomando el sol, tumbado cómodamente en la santolina o refugiado entre el romero. Cuando entra en casa percibo claramente el perfume de las aromáticas.

Mi gato “Bitxu” tomando el sol en el jardín
Volviendo al tema… Por supuesto, el césped fue eliminado de mis pensamientos. En una situación así no puedo “hacer la guerra por mi cuenta”. Mantenerlo en buenas condiciones hubiera supuesto una odisea. Es más sensato considerar otra elección.
Tal vez seas afortunado y tu perro no sea de esos; pero estás perdido, si como al mío, le gusta hacer agujeros para buscar la humedad del suelo.
Mi consejo es que, ante la duda, no pongas césped o sitúalo al menos en un lugar fuera de su alcance.
Hay otras alternativas más sufridas, sin suponer sacrificio estético. No hablo de enlosar el suelo o colocar césped artificial, aunque bien podrían ser una buena opción. Me refiero a otras menos tajantes; yo soy más partidario de lo natural.

Obras en el jardín, cuando todo estaba por hacer.
Las gravas decorativas cuadran bien en la ecuación: con guijarros de cierto tamaño ni gatos ni perros escarbarán. Las hay de diferentes colores y pueden quedar muy bonitas.
Pero te propongo, por supuesto, lo que he usado yo. Decidí no renunciar del todo al verde del suelo, poniéndoselo igualmente difícil a mis mascotas.
¿Cómo…?
Utilicé piedra natural para cubrir el suelo. Hay que dejar espacio suficiente entre ellas para albergar algo de vida. Los huecos serán muy pequeños, los animales no podrán estropear nada.
Por cierto, si quieres conseguir una caseta de perro como la de Ros, la puedes encontrar aquí.
Conviene escoger piedras resistentes y de un grosor aceptable. Preparar el terreno antes de colocarlas también es una buena idea.

La Dichondra comienza a cubrir entre la piedra natural
Una cama de arena u otro material suelto abrazará con firmeza las piedras para que no se muevan. El sustrato debe ser apto para germinar semillas. Por supuesto, no valen áridos destinados a la construcción.
Encajar las piedras planas como un rompecabezas lleva su tiempo, pero conviene ser meticuloso; el resultado lo merece, ha de perdurar.
Después de esto solo queda sembrar el verde. En mi caso decidí usar Dichondra repens: es una planta tapizante que requiere poco mantenimiento, por lo que además me ahorraré bastante trabajo.

Éste es el jardín una vez finalizado
Esta cespitosa de hoja ancha exige poca agua, tolera el calor (no tanto el frío), se desarrolla al sol o a la sombra y tiene la ventaja de que no hace falta segarla. Su mayor problema es que en circunstancias normales acepta mal el pisoteo, pero entre las piedras quedará protegida de este inconveniente.
El mejor momento para la siembra es a principios de la primavera o el otoño, cuando las temperaturas permanecen suaves. En nuestro caso, sobrará con 5gr de semilla por m2 para cubrir todos los resquicios. Tápalas después ligeramente con algo de tierra abonada y riega.
Entrada relacionada: ¿Qué hace un polluelo de cernícalo en mi jardín?
Mantén la tierra bien hidratada, con riegos cortos pero recurrentes hasta la emergencia de las plántulas. Dales tiempo para germinar, la Dichondra es algo lenta (puede tardar más de 3 meses).
Si eres impaciente también valdrán las mezclas de césped habituales, pero recuerda que tendrás que segar.
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Bueno, ya ves “por dónde van los tiros”. A mí me sirvió perfectamente; has podido ver el resultado.
Su mantenimiento hasta el día de hoy se limita a 3 riegos por semana en verano (en invierno apenas nada), a controlar la mala hierba y a un recorte esporádico con desbrozadora para rebajar algunas zonas.
Puedes proyectar algo similar o idear tu propia solución. La clave está en aquello de “aliarse con el enemigo”, antes que luchar contra su naturaleza.
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Hola Jose,
Soy nueva en tu Blog y me está encantando! Este post me ha parecido genial, puesto que pronto voy a tener un jardín en bruto y quiero dejarlo bonito, y poner también un huerto. La idea de las piedras me encanta y espero ponerla en práctica cuanto antes!
Un saludo.