Por las consultas en comentarios o por correo electrónico a menudo me encuentro el mismo problema, razón por la que he decidido escribir este post. Se tiende a regar los árboles demasiado (con sobrada frecuencia, diría yo), causando en ocasiones daños irreversibles. A continuación explico cómo hacerlo de la forma adecuada, así quedáis todos contestados 🙂

¿Cómo regar los árboles del jardín? Al tilo le gusta la humedad en verano pero aguanta la sequía
Con este verano tan caluroso, me estoy tropezando con un aprieto repetido constantemente. Me consultáis, un día sí y otro también, por árboles a los que se les caen las hojas o se muestran lacias y amarillas (como con falta de agua).
Sin embargo, juráis y perjuráis que sí, que regáis vuestros arbolitos. ¿Demasiado, quizás…? Al indagar en sus cuidados enseguida encaja el rompecabezas: con tanto calor el riego diario es considerado una necesidad. “GRAN ERROR” que toleran con más resignación unas especies que otras.
Cerezos, ciruelos y otros “Prunus“, acacias, encinas, olivos, pinos, cipreses… son especie que necesitan muy poca agua y que odian los suelos encharcados. Ante un riego de esas características causarán baja con toda seguridad.Los árboles, por lo general, no precisan unos riegos tan frecuentes. Deberían ser más esporádicos y siempre en profundidad. ¿Qué quiero decir…? “Voy con ello”.
Se dice que la raíz de un árbol es como el reflejo de su propia copa. Bueno… esto no es exactamente así, pero te puedes hacer una idea del volumen que pueden alcanzar bajo la tierra. Dependiendo del ejemplar y de la especie pueden profundizar perfectamente más de un metro bajo nuestros pies.
¿Con semejantes raíces, crees que son apropiados los riegos tan repetidos? Rotundamente, NO.

¿Cómo regar los árboles? El cerezo, igual que otros Prunus, odia los suelos encharcados
Su sistema radicular está diseñado para aprovechar el agua contenida en todo ese metro cúbico de suelo. Y para que el agua baje tantos centímetros es necesario regar de forma copiosa.
En un sustrato equilibrado, ese volumen puede guardar más de cien litros de agua, que no han de reponerse hasta consumidos la mitad.
Tras un riego abundante, el suelo almacenará todo ese líquido, que tardará bastante en agotarse… no hará falta más en algún tiempo. Si te empeñas en seguir mojando, el árbol enfermará.
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Consecuencias de regar demasiado
Dicen que hay amores que matan y eso es lo que puede pasarle a tu ejemplar. Si riegas demasiado o con excesiva frecuencia puede que a las raíces no les quede aire que respirar.
Sí… Las raíces RESPIRAN: no solo absorben agua, también necesitan el oxígeno atrapado en el suelo. Si anegas el terreno, el H2O lo desplazará.
La asfixia radicular dará entonces sus primeros síntomas: parada del crecimiento, decaimiento generalizado, clorosis de las hojas y defoliación. Muchos creen entonces que es por falta de agua, pues el síndrome se parece, e insisten en el error.
La solución pasará por detener el riego y dejar secar el terreno. Si los daños son menores, el árbol mejorará.
Algunos hongos podrían entonces explotar su ventaja, para atacar el sistema radicular. La Phytophthora y otros patógenos siempre son un riesgo con el excedente de humedad.
Aplicar fungicida, incluso antes de mostrarse la enfermedad, puede ser una medida interesante para evitar males mayores. El Aliette (Fosetil-Al), por ejemplo, está indicado para Phytophthora y Pythium (puedes encontrarlo en este enlace a Amazon).
Cuándo regar los árboles con regularidad
No todos los árboles tienen el mismo tamaño, ni los mismos requisitos, tampoco son iguales todos los terrenos. Por eso no todo es siempre de color blanco o negro, a veces los grises también tienen sentido…

¿Cómo regar los árboles para no tener problemas?
Árboles jóvenes
Los beneficios de hacer bien las cosas serán muchos, entre ellos el correcto desarrollo de sus raíces. Crecerán sanas y fuertes; se buscarán la vida en épocas de sequía y aguantarán los temporales. -¿A qué me suena esto?- …a la larga los mimados lo tienen siempre más difícil.
Ya no es cuestión solo de salud, sino también de su correcto crecimiento… Los árboles jóvenes, tras ser plantados, siempre exigirán más agua (al menos durante los 2 ó 3 primeros años), hasta que arraiguen en la tierra y se hagan independientes. Entonces les podrás retirar la tutela poco a poco, hasta no requerir apenas ayuda.
Mientras tanto, habrá que regarlos… no demasiado (siempre en relación a su tamaño). Y dejando secar la tierra entre cada remojón. Así no enfermarán y estarás formando árboles saludables, con raíces autónomas. Te lo agradecerán y lo agradecerás en el futuro.
Especies exigentes en agua
Dicen que nunca hay que generalizar… y en este caso tampoco. Siempre hay excepciones a la norma.
Los fresnos, sauces, olmos, arces, abedules… son fáciles de encontrar en zonas de ribera; se puede suponer su mayor querencia por la humedad.

Ciprés de los pantanos “Taxodium distichum” (Parque de la Ciutadella, Barcelona)
El ciprés calvo o ciprés de pantano, como su nombre indica, puede vivir sin problemas con las raíces sumergidas en el agua.
Los plátanos de sombra, almeces, magnolios, robles… también gustan de más humedad que los demás.
Los frutales requieren más cantidad de agua mientras engordan el fruto, sobre todo en las variedades tardías, que abarcan mayor época estival. En el caso de mandarinos o naranjos se puede abortar o rajar la fruta por un riego irregular.
Clima y meteorología
No hace falta decir que no es lo mismo un jardín en Oviedo que uno en Almería. El riego es necesario cuando hay un déficit entre las precipitaciones que llegan hasta nuestras plantas y sus necesidades hídricas.
En el cantábrico, con más pluviometría y menos evaporación, la aportación de agua se reducirá a unos cuantos riegos concentrados en verano. Mientras que en la costa andaluza el aporte deberá ser continuo, hasta llegar el invierno.
Tipos de suelo
Además de la especie, el tamaño, el clima o la estación del año, hay que tener en cuenta la estructura del terreno, para poder calibrar correctamente los tiempos de irrigación.
En suelos sueltos o arenosos, por su poca capacidad de retención, los riegos deberán ser más habituales para asegurarnos la correcta hidratación de las raíces.
En los sustratos más compactos (con partículas finas) y que retienen mucho la humedad, los riegos serán menos frecuentes. Al tener peor drenaje habrá de espaciarse más el riego, para evitar la asfixia radicular.
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Como ves, para regar los árboles necesitas valorar también sus condiciones -nunca te prometí que fuera fácil-. Pero en muchos casos es evidente; no se precisa tanta agua.
Aumenta la frecuencia en las situaciones adversas o con especies acostumbradas a la lluvia, pero deja secar el sustrato como norma general. Por lo común, uno o dos riegos semanales serán suficientes (en árboles jóvenes) durante el caluroso estío. Incluso menos, para climas más húmedos y frescos que el mediterráneo.
Si no los mimaste en demasía cuando inmaduros, posiblemente a los adultos ni siquiera los tengas que patrocinar… o muy poco, solo en contadas ocasiones (periodos de mucho calor o sequía).
Entrada relacionada: ¿Cada cuánto regar las macetas?
Recuerda: la mejor manera para valorar la humedad del suelo es tocarlo con las manos. No temas implicarte… Te he dado las pautas, pero necesito tu observación.
La forma ideal para regar los árboles es mediante un sistema por goteo. Si no lo tienes ni lo deseas, la manguera es otra buena opción. Haz un alcorque alrededor del tronco y moja con poco caudal, así darás tiempo de absorber el agua y evitarás escorrentías.
Ahora ya conoces toda la historia. Pero si aún te quedan dudas, siempre me puedes preguntar.
¿Te ha gustado el post?
Me parece el artículo muy oportuno, dado que el error de regar en demasía las plantas es muy común, acabando con las mismas por pudrición de la raíz. Para evitarlo; buen drenaje e inspección, incluso por tacto con sondeo de la humedad del terreno. No comparto el criterio de que los pinos necesitan poca agua. Son muy golosos al respecto y aunque fuertes para resistir la sequía, a veces da pena verlos como imploran la misma, cuando el líquido escasea. Hace unos meses en un camping de Santa Elena (Jaén) a los encargados del mismo les indiqué que los pinos (seres vivos que eran los que daban la sombra y los ingresos al Camping) estaban vergonzosos en su aspecto por no regarlos. Dado el precio del agua para riego, sumado al de la electricidad en caso de utilizar motores, prefieren verles como deshojan su marchitez y no invertir en su salud; a la espera de las lluvias que cada vez escasean más. En contra a lo dicho, en el Camping Ciudad de Cuenca, ocurrió todo lo contrario, siendo destacable el cuidado diario y esmero al respecto, repercutiendo la sanidad de los arboles en la calidad de la estancia. Saludos: Marcelo Quílez